En que la tristeza visitó la tierra, bajó del cielo subida en una estrella. Se refugió donde el gris es más gris y la bruma se esconde tras los árboles.

Allí encontró un tipo alto con voz tímida y aspecto retraído. Sumido en la compañía del susurro con una guitarra y un piano, Nick Drake, escribió y narró para ella y así, el mundo entero pudo conocerla.



Five lives left
1969





Bryter layter
1970




Pink moon
1972

Nick Drake
grabó en su casa muchas cintas mágneticas que se han editado a lo largo de los años...




Time of no reply
1987




Family tree
2007



En el año 2000 una conocida marca de automóviles utilizó la canción de Pink moon para uno de sus anuncios. Drake vendió más copias que con todos sus discos juntos en vida.





Hay quien asegura que Nick Drake estaba llamado a convertirse en el verdadero icono de una juventud cansada de todo lo que tenía a su alrededor. Más grande que Dylan, más certero que Cohen.
 
 






 

Julio 2010 - Alejandro Cantó

Cuando descubrí a Nick Drake, el tiempo me dijo que se detenía, me susurró que estaría a mi lado para siempre y que los problemas se enredarían entre ellos. Me dijo que nada es lo que parece, que todo llega y se va y que al final del camino encontraría esa pequeña luz que ilumina los cielos.

 

El tiempo me dijo que dejara de nadar contracorriente, que podría encontrar eso que busco y que las palabras son sólo palabras. Me dijo que hay segundas oportunidades, que nada está perdido cuando nada se tiene que perder y que, a veces, llorar es un surco que deja la tristeza al pasar.

Y lo dijo todo con una voz que todavía hoy perdura en mis oídos, tan dulce, tan pausada, tan te doy pero no te quito...

 




 




Las cuerdas se desnudan, vibran con el roce de unos dedos al acariciar esa guitarra  que compró por 13 libras allá por 1965… Te envuelve un sonido claro, sin artificios preludio de unas palabras que temen ser pronunciadas por que dicen lo que otros no dicen, porque hablan de la soledad sin sentirse solo, porque no siempre hay que decirlo todo.

Nicholas Rodney Drake nació en Birmania el 19 de junio de 1948, dos años después, su familia se trasladó a Warwickshire en Inglaterra. Sus compañeros de escuela lo describían como un tipo tímido y extraño. Cuando adquirió su primera guitarra acústica, su interés por el estudio comenzó a decaer de una manera inversamente proporcional a su interés por la música. 

Drake consiguió un beca para estudiar literatura inglesa en el Fitzwilliam College de la Universidad de Cambridge, sin embargo, retraso su ingreso para trasladarse a la Universidad de Aix-Marseille de Francia. Allí comenzó a consumir cannabis y alucinógenos, viajando incluso hasta Marruecos.

A la vuelta se mudó al piso de su hermana en Londres y comenzó su carrera musical presentándose en clubs londinenses. Abandonó definitivamente los estudios a escasos meses de terminarlos  y comenzó la grabación de su primer disco. Five Leaves Left.

Nunca la música fue tanta poesía. Pensamos que conocemos a los genios y los genios languidecen en el mundo de los incomprendidos.

Nick Drake dejó sobre la mesa de su productor una obra maestra, una obra nacida del sentimiento, destilando  languidez, rumiando nostalgia. Y  quien la oyó, nunca más tuvo que imaginar la melancolía… ahí estaba pura y virginal.

 



 

El disco pasó sin pena ni gloria. Una portada anodina sin alma y fría esconden unas melodías construidas casi sin música, esa voz recita y te cuenta historias tan historias que poco más hay que añadir.  Drake, el poeta, quedó herido por la decepción musical.

Sus actuaciones en vivo dejaban indiferente a la audiencia que quería corear estribillos y tararear canciones. La poesía de Drake no encajaba, su voz sonaba alejada y poco a poco se fue recluyendo en sí mismo. El calor del público se tornó una frialdad hiriente y Drake decidió no actuar más. Aún así inició la grabación de su segundo disco: Bryter Layter.

 

 

Se probaron arreglos más cercanos a las demandas del público. Drake contó con talentos contrastados como John Cale, que volvía de Nueva York tras su experiencia con la Velvet Underground. Devaneos con la heroína a parte, el aislamiento de Drake convirtió su frustración en una profunda depresión. El nuevo disco apenas vendió 3.000 copias.

Sin querer hacer promociones y alejado prácticamente del mundo, Drake era capaz de pasar largas horas contemplando la inmensidad del cielo convencido de que estaba llamado a hacer grandes cosas.

El tiempo le decía que se estaba acabando, que quedaba poco, que el cielo no podía esperar más y aún así esperó.

Drake convenció a su productor para grabar un tercer disco: Pink Moon, una de las declaraciones más sinceras, desnudas y brutales que ha dado este circo de la música en todo el siglo XX, ni que decir de lo que llevamos del XXI.

Un nuevo fracaso comercial y vuelta al hogar paterno. Horas encerrado, horas mirando sin mirar,  preguntándose porque el mundo le daba la espalda.

Quienes le escuchaban cantar le decían que sería una estrella, que no había nadie como él, que su talento era inigualable y, sin embargo, allí estaba en los bosques de Warwickshire sólo y sintiéndose incomprendido.

Una tarde de noviembre cuando las hojas se montan en el viento, Nick Drake se marchó de este mundo a la edad de 26 años como consecuencia de una sobredosis de antidepresivos.

Se desconoce si su muerte fue accidental o no. Lo cierto es que la tristeza volvió a las estrellas. Un genio con casi todo por hacer, una voz con casi todo por decir. Unos textos irrepetibles y un susurro al tiempo...

 

                                          

 


 
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