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Érase una vez un lobo que creía haberse convertido en un manojo de agua. Nunca salía de su guarida, por miedo a que el resto de lobos se rieran de él. En realidad, esa idea, sólo estaba en su cabeza, así que, el bosque entero murmuraba a sus espaldas.
Acostumbrado a salir de noche a aullarle a la luna, tuvo que cambiar sus hábitos para no coincidir con sus antiguos colegas. Empezó a salir por las mañanas, daba un paseo mientras escuchaba cómo se despertaban los pájaros, comía y metía las zarpas en la hierba... pero nunca, nunca bebía, por miedo a tomar, esa última gota, que hiciera que el vaso se derramara. |
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Una mañana de tantas, vio a una preciosa nena con caperuza roja. La joven, de camino a casa de su abuela, iba cantando y pegando saltitos de alegría, al son de una vieja canción que decía algo así como: "uuuuuuuu… las chicas son guerreras".
El lobo se escondió tras un árbol, pero ella lo descubrió. El pensaba que no, así que, se relajó mientras tomaba esos apetecibles rayos de sol del mes de mayo. Cuando estaba, totalmente, enfrascado en sus pensamientos.... ¡zas! sintió una cuerda sobre su cuello. La niña lo había cazado y, aunque el puso todo su empeño por soltarse, no lo consiguió.
Caperucita Roja, que así se llamaba la moza, lo cogió de la cola y lo arrastró hasta la casa de su abuela. Allí, jugó con él, lo obligó hasta a vestirse con ropa de mujer. Cuando se cansó de él, lo dejó abandonado en una cama.
Por allí, pasaba un agente del Seprona, que escuchó unos agudos gritos y tuvo la intuición de que algo raro ocurría. En realidad esos terribles chillidos eran del lobo, tan humillado y avergonzado…
El agente Llamó a la puerta... la niña se asomó por la ventana, y al darse cuenta de la que se le venía encima... rasgó sus ropas y se tiró encima del lobo, mientras comenzaba a llorar como una autentica "chica cocodrilo".
El agente tiró la puerta abajo y, ante tal grotesca escena, por supuesto, creyó a la damisela en apuros ya que el lobo, no tuvo el valor de explicar su versión.
Finalmente, fue capturado y encerrado en una jaula.... probablemente iba a ser sacrificado.
Fue en ese instante cuando el lobo olvidó que era un manojo de agua. Se curó de su supuesta enfermedad en una milésima de segundo y sólo quería regresar al bosque para poder correr y aullar en compañía de sus amigos.
Desde luego que, esta caperucita, es una Femme Fatale en toda regla. Me erizo nada más de pensarlo, pero sólo... en teoría.
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