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De nombre Alessandra, su apellido varía según las fuentes: Giliani, Ziliani, Giuliani. Figura clave en la historia de la medicina, envuelta en mil y una consideraciones. Hay quien afirma que, tan sólo, era una ayudante que tomaba notas del gran Mondino de Luzzi. Hay, sin embargo, quien no duda en asegurar que su talento, ingenio y valentía, revolucionaron el estudio del cuerpo humano y, por tanto, de la medicina.
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Principios del siglo XIV. Eran tiempos en los que se debatía la incorruptibilidad del cadáver humano. A su vez, se establecían castigos divinos a quienes osaban retar el poder establecido por los siglos de los siglos. El mundo conocido se movía entre las sombras alargadas de los miedos y supersticiones de la Edad Media. Sin embargo, en la ciudad italiana de Bolonia, a través de los ventanales de su universidad, un maestro de anatomía y su ayudante, dejaban pasar un rayo de luz y esperanza para el conocimiento. Se trataba de Mondino de Luzzi y Alessandra Giliani.
De luzzi diseccionaba cadáveres en sus clases y la jóven Alessandra, vestida de hombre, le preparaba los cuerpos para las prácticas. Alessandra nació en 1307.
Fascinada por el conocimiento y el afán de saber, tuvo que ocultar su condición femenina para poder asistir a las clases, algo prohibido para las mujeres en esa época. De Luzzi, asombrado por su pericia con los cuerpos, la hizo en seguida su ayudante. Tal era su talento, que ni siquiera cuando de Luzzi descubrió que era una mujer, pudo prescindir de su ayuda.
Las clases del Maestro de Luzzi generaban un intenso debate. Quienes defendían la incorruptibilidad del cuerpo humano, condenaban por toda Europa, al fuego eterno, a quienes osaban corromperlo. Bolonia y su Universidad tenían una posición más abierta, debido en buena medida, a que esa Universidad era la única no habída en los monasterios o bajo la batuta eclesiástica. La universidad de Bolonia nació de las escuelas municipales de la ciudad y sus Maestros eran más dados a las prácticas que a la teoría pura y dura.
La pericia de Alessandra en la manipulación de los cadáveres, la llevó a adesarrollar una técnica pionera y revolucionaria. Extraía la sangre de las arterias y venas y las rellenaba con cera líquida coloreada. Consiguió trazar el camino de los vasos sanguíneos del cuerpo humano con una precisión asombrosa.
Alessandra murió a la temprana edad de 19 años. Hay quién asegura que murió consumida por el fuego eterno. Otros, se atreven a afirmar que ella nunca descubrió nada, que fué su maestro el que la utilizó para evitar represalias por sus investigaciones. Nada se sabe a ciencia cierta. Sin embargo, la reputada historiadora, del siglo XIX, recoge la aportación de Alessandra a la ciencia, en el libro que publicó en 1857, sobre la Historia de la anatomía de la Universidad de Bolonia:
"Se le atribuye una técnica para vaciar las venas y las arterías de sangre y rellenarlas de fluídos de colores que, al solidificarse, permitían un estudio exacto y detallado del sistema circulatorio".
La historia está plagada de personajes anónimos enterrados, en algunos casos, bajo el prisma masculino con el que se escribe la historia. Sea como fuere, EaD prefiere afirmar que Alessandra Giliani tiene un lugar en la historia por derecho propio como Alessandra Anatómica.
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