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Abril 2010 - EaD
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Nunca esta frase fue tan verdadera y es que los rábanos, no sólo dan una nota de color a los platos, su contenido en azufre y en aceites de mostaza los hace de lo más saludables. Además de prevenir enfermedades, ayudan a combatir el envejecimiento. Según la medicina antigua, los rábanos presentaban propiedades relajantes y facilitaban el sueño. Por ello eran utilizados de manera frecuente como calmante. También se usaban como antídoto contra venenos por lo que, en algunas culturas, se ingerían antes de cada comida, mezclados con nueces, apio y limón.
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Tan fácil de preparar, los rábanos se comen especialmente en ensaladas. Aficiónate a ellos si padeces anemia, artritis, diarrea, pesadez intestinal o gingivitis. Pero las propiedades del rábano van más allá. Triturados, pueden usarse, incluso, como desodorante natural para combatir el excesivo olor corporal. Aunque hay rábanos durante todo el año, sus meses son mayo, junio y julio.
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Problemas respiratorios. Los rábanos son expectorantes pero además de descongestionar los bronquios y despejar la nariz, refuerzan el sistema de defensas. La clave: se consumen crudos y por lo tanto se aprovecha al máximo su elevadísimo contenido en vitamina C.
Protector digestivo. Su sabor picante se debe a los aceites de mostaza que son un arma eficaz contra las bacterias y hongos. Esto, unido a su alto porcentaje de agua, los convierte en un gran protector de la mucosa digestiva. Potasio, yodo, calcio y fósforo son otros de los minerales que se concentran en los rábanos.
Anticancerígeno. Al igual que sus parientes más cercanos como el nabo o la col, los rábanos contienen dosis importantes de azufre. Un mineral que ayuda a estabilizar los niveles de azúcar, regenera el cartílago de las articulaciones y reduce el riesgo de sufrir cáncer.
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