No todos ven la vida color de rosa. Hay quien cree en otra versión, menos oficial, de los cuentos. Es lo que se podría llamar "la cara B" de una misma historia.

 
 


 

 Irene Ripoll

Nos guste o no divorciarse está de moda, eso de “hasta que la muerte nos separe” ha dejado de tener validez... es cosa más de cuento ya se sabe… ”y vivieron felices y comieron perdices”. Aunque yo siempre me he preguntado qué fue, en realidad, de Blancanieves o de Cenicienta o de la Bella Durmiente. ¿Seguro que siguen casadas con sus galanes príncipes? Qué las historias de amor son muy bonitas al principio y los cuentos siempre terminan en ese inicio en el que todo es perfecto. Habría que verlos unos años después, cuando se deja de actuar y empiezan a decirse las verdades a la cara: “Es que te pasas todo el día durmiendo”, típico reproche para la Bella Aurora.

 
Blancanieves... a lo mejor, no pudo soportar la vida de palacio, que ella era muy de campo, siempre revoloteando por el bosque y puede que incluso, echara de menos a sus enanitos. Me la imagino con las maletas en la puerta, mirando al príncipe y diciéndole “no es por ti es por mi”

Cenicienta... tanto lavar, tanto fregar… ¡qué inhalar productos de limpieza puede ser perjudicial para la salud y menudos colocones se cogía ésta que hablaba hasta con los ratones!. Pensad en Cenicienta y su marido el príncipe...
 


El:
“Me han dicho que te han visto tonteando con el mayordomo".
 Ella: “¡El Hada Madrina me obligó!”.
    El: “Me gasto una pasta en la terapia del psicólogo y, ¿aún sigues con esas?
Eso sólo está en tu mente”
.
    Ella: “¡Que no! que me ha dado un vestido precioso”.
    El: “eso no ha sido el hada, ha sido mi tarjeta de crédito”.
.

 
Aunque quizás ellas sí estuvieron a la altura de las circunstancias y fueron ellos los que salieron rana. Desde luego lo que está claro es que estos tres eran  de lo más enamoradizos.

A uno sólo le hizo falta un baile para quedarse prendado de una chica. Sí, ya se, que tenía mucha presión por parte de sus padres, que se tenía que casar por narices,  pero seguro que en la fiesta había buenos partidos y va y se queda con la “Friki” que llega en una carroza con forma de calabaza y con zapatos de cristal y encima  sale corriendo, como alma que lleva el diablo, diciendo “me tengo que ir, me tengo que ir”. ¿A dónde, al baño?.

El otro, el de Blancanieves, no se sabe muy bien qué es lo que hacía por allí. El caso es que cuando el príncipe hace su aparición en escena, yo me imagino que se encontraría con algo así como un funeral... los enanos llorando desconsolados,  la pobre chica en una caja de cristal, tan pálida e inerte… y va y la besa. Menudo buitre que no pierde ocasión.
 
El de la Bella Durmiente,  a mi me da que eso fue más una apuesta que otra cosa. Me lo imagino hablando con sus amigos, “pues dicen que hay un castillo por ahí… pues dicen que hay  un dragón que no te deja entrar...” y él, aceptando el envite, “a que entro”. Así que derrotó a la bestia y de paso se encontró con la princesa. Lo que no sabemos es si para el tipo fue más una sorpresa o un marrón. Tuvo que cargar con  una de casi 120 años.  Por cierto, después de estar durante tanto tiempo durmiendo... pensad como tendría el pelo de sucio, ¿y las uñas? 
 
En fin, que digo yo,  que si se enamoraron de ellas sin a penas conocerlas, ¿creéis que no les ha podido pasar con otras? Yo desde luego no pongo la mano en el fuego. Dicen por ahí que los hombres son infieles por naturaleza y estos, mucho título, mucho título, pero al final seguro que piensan con la po… posibilidad de ligarse a una jovencita en alguno de sus viajes oficiales. ¡Qué cantarico nuevo hace agua fresca!.
 

Así que... divorciadas y divorciados del mundo, no os preocupéis por vuestros fracasos sentimentales que eso pasa hasta en las mejores familias y los cuentos, cuentos son.


 


 
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