La llegada de las brevas  coincide con el solsticio de verano... exquisitas, pero éfimeras... tan deliciosa que hasta poetas y filósofos se han deleitado con sus virtudes. 

La cuenca mediterránea tiene una larga tradicion en su cultivo. Las huellas del pasado nos cuentan que los egipcios ya las recolectaban y que fueron un alimento esencial para los griegos.

Una deliciosa fruta con pocas semanas al año para poder degustarla. Lo mejor es comerlas recien cogidas del árbol pero, si las compras, su aspecto te hablará de su mejor momento. Fíjate en sus grietas y arrugas y sabras cuando estan en su punto.

Disfruta de su dulce sabor pero con cuidado porque las brevas son ricas en hidratos de carbono que el organismo transforma en glucosa. O lo que es lo mismo, es una de las frutas que más engorda. Eso sí, son recomendables para los que necesitan un aporte extra de energía como las embarazadas, los niños, adolescentes y todo aquel con un desgaste físico o intelectual extra.

Si eres deportista y entrenas a conciencia, comer brevas te ayudará a reponer los depositos de glucógeno que has ido agotando. La recomendación no es nueva, allá por el año 150, Galeno ya aconsejaba comerlas a los atletas que participaban en los juegos olimpicos.

Consideradas como "manjar de dioses" , fue una de las frutas favoritas de Platón.  Y si él, tan listo, las consumía, por algo tendría que ser...

La brevas son ricas en fibras, lo que las convierte en un aliado perfecto para mejorar el tránsito intestinal y combatir el estreñimiento.

Además poseen vitamina A, y tomarlas favorece el buen estado de la piel, el cabello, las uñas y los huesos. Su elevado contenido en potasio y bajo en sodio, las hace más que recomendables para todo aquel que padezca hipertensión arterial o afecciones de vasos sanguíneos y corazón. 

Por San Juan... brevas, eso dicen. Así que, en plena época, aprovecha antes de que se acaben. Tan deliciosas como fugaces, tienes hasta mediados de julio para poder comer buenas brevas, depués, tendras que esperar casi al final del verano para hincarle el diente a unos higos.