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¿Quién inventó ese pequeño instrumento de latón para ver de lejos? Posiblemente importe bien poco porque el gran Galileo revolucionó el mundo con sus descubrimientos y lo demás suele quedar en los cajones de la historia. Sin embargo tras buscar en libros y navegar por la red EaD se ha encontrado con algunas curiosidades.
Hemos encontrado la clásica respuesta de que fué Galileo quien inventó este artilugio hasta un tal Juan Roget, un óptico catalán, pasando por unos “avispados” holandeses.
Nos quedamos con la trama que plantea Nick Pelling, un informático hastiado de la informática, que lleva a autoría de este invento hasta los tierras de la España de Felipe II.
Desde el 2 al 17 de octubre de 1608, tres holandeses registran por separado en la Haya la patente del telescopio. Unos meses antes en una subasta en Barcelona, un desconocido adquiere un pequeño “catalejo de latón para mirar de lejos” con la intención de revenderlo. Su destino: Francfurt, donde se celebraba anualmente la feria en la que se presentaban los libros y las novedades científicas de la época. Los planes de este desconocido comienzan a enredarse al no tener contactos para la venta de su bien preciado objeto. Conoce, sin embargo, a un empresario holandés que, lejos de propiciar la venta y el negocio, se lo guarda esperando poder fabricar un objeto similar y vuelve a Holanda.
Este empresario, no es óptico y necesita lentes para poder fabricar “su instrumento”, con lo que contacta con dos ópticos que se muestran igual o más avispados que él mismo. Casualmente o causalmente registran el “invento” unos días antes de que lo haga el propio empresario.
Una historia rocambolesca cargada de intriga y engaños que bien podría ser objeto de una suculenta novela y su consiguiente película.
La historia del telescopio continúa...
En 1609, Galileo Galiei recibe una carta de un antiguo alumno suyo, residente en Parí,s que le habla de este catalejo fabricado en Holanda. Con las pocas notas que le adjunta sobre este invento, Galileo se pone manos a la obra y consigue fabricar su propio telescopio. A diferencia del holandes no deforma los objetos y los “amplía” seis veces más.
Meses después llegaría el aumento de 9 lentes y para el otoño de ese mismo año, el telescopio de Galileo ya aumentaba 20 veces. Y la luna, mientras tanto, ajena a estos inventos que revolucionaron el mundo...

La historia es caprichosa y nadie recuerda nombres y patentes, quizá lo hagan los bolsillos de algunos. Cierto es que fué el gran Galileo Galilei quien acercó la luna y las estrellas al ojo humano. Llegó a observar las montañas de luna y así lo recogió en su Sidereus Nuncius.
Puestos a pensar, solo cabe imaginar el impacto, la sensación y la adrenalina que debió recorrer el cuerpo del genio Galileo cuando contempló “de cerca” la luna pudiendo descubrir sus grateres y montañas. Nació así la ciencia de la astronomía al combinar la inquietud humana y la tecnología inventada por el hombre.
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